Autor: Pilar Varas Gómez (*)
A la buena educación se le conoce con el nombre de cortesía. Surge en la Edad Media, en los castillos, por eso viene de corte real, donde se hacían bien las cosas y se enseñaba desde la infancia el buen comportamiento, al principio en torno a la mesa y luego fue un referente en el trato a los demás.
La cortesía es ante todo respeto, si no sentimos respeto los unos de los otros la vida acaba por convertirse en un verdadero caos.
De pequeña en casa me enseñaron a respetar a mis papás y a mis hermanos, a mis papas obedeciéndoles y a mis hermanos cuidándoles. En el colegio también me enseñaron a respetar a la maestra y a mis compañeros, a la maestra por ser una dama y por sus enseñanzas que serían de gran valor cuando me hiciera mayor. Y a mis compañeros por su forma de ser aunque a veces no coincidiera con la mía, sus ideas y, por supuesto, sus costumbres.
En el colegio tenía que formarme ocupando siempre el mismo lugar, en el salón sentarme en el pupitre que me habían asignado y respetar el turno en la fila de la tiendita para comprar caramelos. Ahora de mayor tengo que seguir normas y respetar, por ejemplo, el tráfico en la ciudad, a las autoridades y la ley. Y también debemos mostrar educación y cortesía respetando la cola para asistir a un evento, tomar un vuelo o simplemente pagar en la caja de un supermercado. Tengamos la firme intención de ser más corteses y respetuosos con nuestros semejantes, recordando aquello que dice: “Trata a los demás como quieres que te traten a ti”.
—–
*) Diplomada en protocolo y organización de eventos, y artista plástica. Correo: pvarases@msn.com.