El celular amenaza
Maestra en Psicología Rebeca Vences Solís
¡Hola, Rebeca! Mis hijos son unos adolescentes de 14 y 17 años. Hace tiempo, mi esposo y yo accedimos a comprarles celulares para estar en comunicación, en caso de que se presentara una emergencia; ahora creo que fue una mala decisión porque no lo sueltan ni un momento, no me escuchan, no platican. Laura.
¡Hola, Laura! El uso de dispositivos de comunicación electrónica debería ser una forma de mejorar la relación entre las personas en vez de entorpecerla, como ocurre ahora. Cada vez es más común ver grupos de personas (niños, adolescentes, adultos y familias) que están sentados en una mesa pero no hablan entre sí, cada quien está con su teléfono en la mano y ocasionalmente sonríen y se comenta algo breve sobre lo que aparece en su pantalla.
Los seres humanos debemos comunicarnos, es la forma básica de socialización. A través de la palabra se puede transmitir un mensaje, pero también se obtiene otro tipo de información sobre el (la) nuestro(a) interlocutor(a): ¿cómo se siente?, ¿está de acuerdo con nuestro comentario?, ¿entendió lo que dijimos?, ¿quiere decir algo pero no sabe si debe hacerlo?
Ahora el celular se ha vuelto un dispositivo indispensable, ya que con él se puede hacer o recibir llamadas, revisar las redes sociales, enterarse de las noticias, y saber cuál es el tema del momento y las actividades que en ese preciso instante realizan los contactos. Sin embargo, estar tan al pendiente de todo ello hace que se descuide lo esencial: las necesidades personales y las de quienes se encuentran alrededor, ya que no se escucha lo que no se publica por alguna de las formas mencionadas. Es decir, tal vez se perciba algo en la persona que está a un lado y se consulte al respecto, pero, debido a que el celular sigue en la mano de quien pregunta, la respuesta será tangencial.
Sería conveniente establecer reglas sobre el uso de dichos dispositivos de manera que se permita la comunicación entre los integrantes de la familia, sobre todo en los momentos en que todos coinciden, como la hora del almuerzo o la cena, cuando todos los integrantes de la familia (papás incluidos) dejen sus celulares y platiquen lo que les aconteció ese día.
Existen personas que castigan a los hijos quitándoles sus teléfonos y ello conlleva una reacción contraria a la que se busca: por lo general se enojan tanto que se encierran y no hablan. Sería mejor que entre todos lleguen a acuerdos como el que te propongo y adicionalmente se busquen espacios los fines de semana para actividades recreativas conjuntas en que la regla sea la misma: no celulares ni otro dispositivo.
Lo importante es que todos estén claros que por un par de horas que no se revise el teléfono la vida no se va a acabar y sí estarán enterados de lo que les sucede a las personas más importantes: su familia.
Si tienes alguna duda sobre el ser papá o mamá, escríbeme a serpadresmerida@ gmail.com. Si requieres apoyo para tratar algún problema personal o familiar, pide una cita al teléfono 317-59-17.