A veces la vida te pone pruebas que te desestabilizan y te hacen sentir contrariada, pero para calmarte y ver las cosas de otra manera cuenta hasta diez, respira varias veces y utiliza las normas de educación y buenos modales al máximo.
Mi desesperación viene porque desde hace dos semanas no tengo ni teléfono fijo ni internet, y no se pueden imaginar la impotencia que se siente cuando el trabajo de uno depende de este servicio. Y, claro, no sobran las ganas de montar un berrinche monumental con el primer empleado de la compañía telefónica que uno se tope, pero obviamente ellos no tienen la culpa y tu educación no te lo permite, así que tienes que comportarte como se debe.
Para casi todo hay solución y afortunadamente hoy es más común encontrar cafeterías que te dan el servicio de internet y te puedes conectar al Wi-Fi. Aparentemente puedes hacer tu trabajo, pero hay que hacer un esfuerzo, primero, porque el estómago ya no sabe qué pedir, si café, infusión o champola, y en segundo lugar es tal el bullicio que no te puedes concentrar.
Una vez hecho el reporte del teléfono vas a la empresa encargada del servicio para saber qué pasa; he ido tres veces y las tres veces me han dicho que “de hoy no pasa”. ¿Será que hoy es otro día? De la atención de los encargados de la compañía no me puedo quejar y con enojarme no voy a solucionar el problema, así que a ser amable y cortés para que mis trabajos estén en el tiempo estipulado.
“Al mal tiempo buena cara” es lo que toca. Aclaro: ¡hoy! ya tengo servicio.
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*) Diplomada en protocolo y organización de eventos, y artista plástica. Correo: pvarases@msn.com