Todas las personas que vivimos junto al alcoholismo activo podemos ser liberadas de sus nocivos efectos colaterales. El alcoholismo es una enfermedad de actitudes, no sólo de ingesta de “bebidas espirituosas”. Y Al-Anon nos libera. Nos convierte en liberables. Ya no tenemos que ser esclavas de una enfermedad incurable, progresiva y mortal que nos esclavizaba.
La libertad como opuesta a la esclavitud, que es servidumbre y sujeción a las pasiones, es también sinónimo de sumisión, que significa estar bajo la dominación de una persona o enteramente dominado por alguna cosa.
Antes de conocer el programa de Al-Anon, el alcoholismo de alguien más era mi amo. La persona o personas que padecían esta enfermedad manejaban mi vida, mi pensamiento, mi actitud, mis acciones, mi vida social, familiar, emocional, económica, psicológica. Ellos eran los dueños. Y yo vivía en servidumbre, y servidumbre es esclavitud, sujeción, vasallaje. Hay una palabra interesante: liberticida: aquél que acaba con la libertad, la anula, la mata. El alcohol es el liberticida del alcohólico, anula la libertad del enfermo para escoger o decidir si bebe o no; si no tiene programa es esclavo del alcohol, el alcohol acaba, mata su libertad.
La ironía aquí es que el coalcohólico que soy yo, porque vivo junto a la enfermedad sin padecerla más que por contagio emocional y psicológico, anulo mi propia libertad convirtiéndome en mi propia liberticida. Me amarro, me ato y enredo de tal forma, que aniquilo sin saberlo mi libertad, impido mi crecimiento y padezco junto al enfermo. Sencillamente me autoesclavizo y padezco la servidumbre del alcohol sin probar una gota, con tanta o mayor fuerza que el mismo enfermo.
El asunto importante aquí es que amor a mí misma, autoestima y libertad van de la mano. No puede darse una sin las otras. ¿Me amo? A la fuerza me estimo, me quiero, me respeto. ¿Me amo, me estimo, me cuido, me respeto? A la fuerza soy libre. Mi libertad no la negocio con personas que me subestiman, me maltratan, no me aprecian. Mi libertad para escoger, para decidir no la marean una cajetilla de cigarros, la manía por el orden y la limpieza, 15 tacos de cochinita o tres tabletas de chocolate.
Tampoco negocio mi libertad con un trabajo agotador, limitante, exhaustivo, que no me deja espacio para el descanso, la convivencia con la familia y los amigos. Este trabajo puede ser por necesidad, por obligación o por gusto, pero no permito que me robe mi calidad de ser humano y me convierta en máquina que no puede parar.La libertad viene del latín “libertas” y significa el poder de obrar o de no obrar, el poder de escoger. Y también es independencia, autonomía, derecho. Es lo opuesto al cautiverio.
Programa libertador
Al-Anon es liberación, es la cancelación de una carga, restitución de la libertad. Al-Anon es un programa libertador cuando lo comprendo, lo acepto y lo practico. Entonces me hace libre de la sumisión a una enfermedad que se llama alcoholismo.
Las enseñanzas, sugerencias, lemas, literatura, la experiencia de mis compañeras en las sesiones, poco a poco me devuelven el poder de obrar o no obrar, de escoger o no escoger, me van regresando lentamente la independencia que perdí, la autoestima que cedí, los derechos que regalé.
Al-Anon me devuelve mi libertad, el respeto de mí misma y la autoestima, me conduce sin prisa pero sin pausas al conocimiento propio dándome el valor para penetrar en las profundidades de mi misterio personal. La libertad es una conquista pero es más fácil conquistarla que conservarla porque todo está en su contra.
Al que se atreve a ser libre lo acusan, lo señalan, lo persiguen. Por eso cuesta tanto conservarse libre. Es un trabajo diario permanecer fiel a mí misma, a lo que creo, a lo que espero. Ser libre es ser yo misma. Ser persona. Estar de pie. Es romper cada día la servidumbre y las ataduras del alcohol. Es entender que tú eres tú y yo soy yo. Que te amo profundamente y, sin embargo, puedo vivir sin ti. Que te necesito pero no escribo necesidad con mayúsculas. Que si estás conmigo estoy feliz, pero si no quieres estarlo puedo acudir a otras personas con las que he aprendido a convivir y a ser tan feliz como he pretendido serlo contigo.
La libertad que me regala el programa de Al-Anon me hace más consciente que nunca de las necesidades de los demás, de las del enfermo y la familia, y me permite dividir y separar para no entrometerme, para dejarlos ser a todos. “Vive y deja vivir”. La libertad me permite apartarme de la demencia en vez de zambullirme en ella, como sugiere el “Valor para cambiar”. Rendirse en Al-Anon es tomar el camino de la libertad personal cuando al fin acepto que soy incapaz ante el alcoholismo de otra persona y que de antemano tengo la batalla perdida.
La verdad sobre mí misma me hace libre. La verdad sobre los demás me libera de la carga de los demás. La verdad sobre el otro, sobre ese otro imprescindible, alrededor del cual ha girado mi vida como en el ojo de un huracán, me hace más libre aún porque no sólo me libero de él sino que me libero de mí misma, de esa loca obsesión por componer su vida, por vivir la vida de otro ser humano olvidando que tengo la mía y que no la quiero vivir.
Vivir el “Sólo por hoy” que sugiere el programa es un método excelente para vivir en libertad cada día. Al-Anon libera y sana, devuelve el deseo de vivir y disfrutar. No permitas que el alcoholismo de un ser querido destruya la felicidad a la que tú y tu familia tienen derecho y déjate iluminar por ese faro de luz en las tinieblas de la enfermedad del alcoholismo, para que enseñes a los que te rodean el camino de la libertad siguiéndola tú misma cada día.
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