
Rebeca Vences Solís Maestra en Psicología
¡Hola, Rebeca! Tengo un hijo de 11 años y una niña de 7. Cuando yo estaba en la secundaria muchas veces de gritaron cosas y en el camión me rozaban o daban nalgadas, todo esto me hacía sentir muy mal y no quiero que mi hija pase por eso. El otro día escuché a mi hijo chiflarle a una niña y me molestó mucho porque recordé lo que me pasó. Betzabé.
¡Hola, Betzabé! El acoso es mucho más común de lo que se pretende ver y tiene relación con formas de actuar socialmente aceptadas, ideas machistas que son justificadas e incluso promovidas por los padres en sus hijos varones, sin considerar que sus propias hijas estarán sujetas a la misma falta de respeto que ahora promueven.
Es una lucha que se debe dar desde todos los frentes: casa, escuela, oficina, calle, donde se presente una frase lasciva, un comentario que considere a la mujer un objeto, un tocamiento no permitido y con ello el ejercicio de un poder que tiene como único respaldo el género, la idea de que un hombre puede tratar a una mujer de la forma que guste sin pensar cómo se sentirá la destinataria de esa actitud.
La forma en que estas conductas se aprenden tiene como justificación que buscan reconocer el atractivo de la mujer a partir de un lenguaje vulgar. Se hace a plena vista, teniendo testigos presenciales, oculares y auditivos, pero se diluye en el anonimato que establece la actitud que, a fuerza de la repetición, es consentida.
Ésta es una forma de violencia permanente a la que las mujeres estamos expuestas únicamente por salir a la calle; sin embargo, es tan sólo una muestra de lo que sucede en todos los niveles y a gran escala.
La única forma de inhibir este tipo de conductas es mediante una sensibilización a los hijos varones para que sepan las razones por las cuales deben tratar con respeto a las mujeres y hacer que cuenten con los elementos necesarios para cuestionar a quienes les proponen actuar en sentido opuesto. De igual forma, es fundamental platicar con tu hija para que sepa que hay cosas que no debe permitir, ya que en la medida que reconozca las actitudes violentas tendrá mayores elementos para identificarlas y actuar en consecuencia cuando reciba una agresión. Debido a que son formas de conducirse que tienen muchos años siendo permitidas, podría parecerte muy difícil allanarle el camino a tu hija para que no se enfrente a lo que tú viviste, sin embargo desde ya, a partir de tu inquietud, estás aportando una pequeña dosis de conciencia que logrará permear en tus hijos, ante quienes ahora tienes un compromiso más: hacer de ellos personas respetuosas de sus semejantes y capaces de transmitir tus enseñanzas a amigos y compañeros.
Si tienes alguna duda sobre ser papá o mamá escríbeme a contacto@rebecavences.com. Si requieres apoyo para tratar algún problema personal, familiar o de pareja pide una cita al celular 9994-08-81-52.