Pastoral de la Salud
Hace unos días escuché del padre Luis Jorge González, catedrático de universidades pontificias en Roma, decir que “no hay dignidad humana sin elecciones y decisiones libres”.
Esta frase me parece de lo más acertada en cuanto a cuidado de los enfermos, pues el enfermo en ningún momento ha mermado en su dignidad de persona y de hijo de Dios.
A los familiares, médicos, enfermeras y enfermeros y todo aquél que tiene a su cuidado a un enfermo le toca cuidar que se respete su dignidad, pues de ninguna manera podemos permitir que quede vulnerable y se atropellen sus derechos, incluso los básicos.
Los derechos humanos son de todos y para todos, y los de los enfermos, como entre las personas más débiles, como pueden ser los niños por nacer, se deben custodiar.
En una intervención reciente en el Parlamento Europeo, el Santo Padre Francisco preguntó a propósito: “¿Qué dignidad existe cuando falta la posibilidad de expresar libremente el propio pensamiento o de profesar sin constricción la propia fe religiosa?”, “¿qué dignidad puede tener un hombre o una mujer cuando es objeto de todo tipo de discriminación?”, “¿qué dignidad podrá encontrar una persona que no tiene qué comer o el mínimo necesario para vivir o, todavía peor, el trabajo que le otorga la dignidad?”.
“Promover la dignidad de la persona significa reconocer que posee derechos inalienables, de los cuales no puede ser privada arbitrariamente por nadie y menos aún en beneficio de intereses económicos”, señaló.
Los enfermos pertenecen a un grupo de profesionales para el que reconocer la dignidad del enfermo significa traducir en acciones saludables toda su vida.— Padre Alejandro de Jesús Álvarez Gallegos, coordinador diocesano para la Pastoral de la Salud
Correo: pastoralsalud yucatan@hotmail.com.