Es redondo, a veces azul, otras amarillo y ha incluido a la Península de Yucatán en el propósito de una iniciativa mundial: satisfacer la necesidad humana de recreación a través del juego.
Jugar “es una necesidad, ni siquiera es un derecho”, dice Tim Jahnigen, fundador del Proyecto One World Futbol, que el 23 de septiembre entregó en Mérida los primeros balones de los once mil que, a través de la Fundación del Empresariado Yucateco, A.C. (Feyac), se planea repartir en esta zona.
