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Evocadora reunión familiar

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Regresar a la colonia que su padre fundó trajo para los hermanos Ada, Ramiro y Héctor Bojórquez Molina, muchos recuerdos, pues es la primera vez después de muchos años que están juntos de nuevo en ese sitio.

Los hermanos son hijos de Ramiro Bojórquez Castillo, el fraccionador de la colonia que hasta hoy lleva su apellido en el poniente de la capital yucateca.

Héctor ya cumplió 88 años de edad y el 8 de noviembre su hermano Ramiro celebrará 93 años, en tanto que su hermana Adda cumplió 95 años en julio pasado.

Los hermanos asistieron junto con sus familiares a una misa de acción gracias en la parroquia de Corpus Christi que ofició el padre Nilo Joao Werner Vechi, Legionario de Cristo.

Fue una sorpresa que les prepararon sus familiares, a fin de que estuvieran juntos en ese sitio, que resulta emblemático para su familia, ya que su papá fue muy cercano a la gente de la colonia.

Fue esa cercanía la que hizo que los vecinos pidieran al Ayuntamiento que la colonia llevara como distintivo el apellido Bojórquez.

Recuerdos

Los hermanos manifestaron su agrado de estar en el lugar, pues les trae muchos recuerdos de su infancia.

Ellos vivieron de cerca todo el proceso que conllevó el fraccionar el área, y cómo su padre dio siempre una mano a la gente, según cuentan.

Comparten que toda esa área era parte de la hacienda Chunhuas, la cual le propusieron en venta a su padre por la suma de 10 mil pesos.

Se trataba de una extensión de tierra de cien manzanas de 80 por 80 metros cada una, de las cuales ya se habían vendido 50 lotes de 20 por 40 metros.

Según consta en las memorias que Ramiro Bojórquez escribió a los 86 años de edad, compró y fraccionó los terrenos, los cuales vendió a 96 pesos el lote de 800 metros.

Sus hijos cuentan que el precio era accesible para la clase media baja y obrera, pues la idea de su padre era que la gente de pocos recursos pudiera acceder a un predio en el que pudieran construir, para así ya no tener que pagar renta.

Comentan que fue un hombre sencillo, cercano a la gente, estricto pero que entendía de razones, y nunca se desligó de la colonia cuando ya era de avanzada edad y no podía acudir por su cuenta.

Sin embargo, sus hijos y nietos recuerdan las navidades en la colonia, pues cada año Ramiro Bojórquez Castillo realizaba una fiesta para los niños.

Su nieta mayor, Lucía Díaz Bojórquez, recuerda que su abuelo solía llevarla cada año a la celebración, la subía en una tarima que instalaban en la escuela, y le hacía cantar y bailar, para luego abrir el cofre de su automóvil repleto de juguetes, y pedirle los repartiera a los niños.

El fraccionador fue, según comparten, quien construyó la escuela primaria a petición de los habitantes del rumbo.

“Era un hombre muy generoso”, enfatizan sus familiares.

Bojórquez Castillo quedó huérfano muy pequeño, y aunque nació en Champotón, Campeche, vino a radicar a Mérida después de casarse y con sus hijos pequeños.

Trabajó como contador en ferrocarrilles y en empresas privadas, y luego surgió la oportunidad de comprar y vender terrenos, tarea en la que logró ganancias que le permitieron acceder a una vida más cómoda.

Sus hijos y familiares recor daron a su padre al visitar la colonia que fundó, y agradecieron a Dios poder estar juntos para compartir más anécdotas familiares.- Iris Ceballos Alvarado

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