Un rinoceronte blanco del norte bautizado como “Sudán” es la última esperanza de supervivencia para esta subespecie. Criado en la República Checa, es su único macho y vive permanentemente protegido por guardias armados en la reserva de Kenia a la que fue trasladado en 2009.
“Nuestro cuidador visitó a los tres animales hace una semana y hay que decir, en concreto, que Sudán está muy bien para su edad”, explicó Premysl Rabas, el director del zoológico checo de Dvur Kralove, donde se criaron Sudán y dos hembras que le acompañaron a Kenia: su hija, Najin, y Fatu.
Desde que llegaron a la reserva de Ol Pejeta, los tres animales viven estrechamente vigilados, al igual que el resto de los rinocerontes de la reserva, para evitar el ataque de los cazadores furtivos.
El gran reto ahora es lograr que el macho pueda tener descendencia. Sudán fue ya padre en dos ocasiones cuando estaba en el zoo checo. Ahora, con 42 años, es demasiado viejo para procrear de forma natural, por lo que se va a utilizar su líquido seminal para una fertilización artificial.
La “reproducción natural ya no es posible y la única esperanza está en las técnicas de fertilización artificial. “Las probabilidades de salvar esta especie son muy bajas”.