KURÚ, Guayana Francesa (EFE).- Con el lanzamiento de un vehículo experimental, Europa dio ayer un nuevo paso en su conquista del espacio para contar en un futuro con una nave reutilizable capaz de volver a la Tierra de forma autónoma y aterrizar con limpieza.
El despegue, en un cohete Vega, el más pequeño de los operados por el consorcio aeroespacial Arianespace, se produjo desde el centro espacial de Kurú, en la Guayana Francesa, 40 minutos después de la hora prevista por un problema de transmisión entre la lanzadera y la estación de telemetría.
En los cien minutos de duración del viaje hasta su amerizaje en el Océano Pacífico se verificaron, a través de los 300 sensores incorporados en la nave, los avances europeos en materia de aerodinámica, protección térmica y navegación automática.
Es la primera misión que experimenta en vuelo esos sistemas con un reingreso a la atmósfera completo, y el análisis de sus conclusiones se aprovechará en el diseño de una nave autónoma y reutilizable, que permitirá a Europa ser más independiente de Rusia y Estados Unidos y rebajará el costo de las misiones. La parte más delicada del vuelo, según los expertos de la Agencia Espacial Europea (ESA), fue el propio reingreso, sometido a 1,700 grados de temperatura y en el que el ángulo de entrada es esencial, pues con uno muy pronunciado la nave puede arder, y si no es lo suficientemente profundo, no alcanzar el punto de aterrizaje.
El Vehículo Experimental Intermedio (IXV) es un paso entre la misión ARD con una cápsula de 1998 y el programa Pride, que aspira a desarrollar el vehículo reutilizable, que sería lanzado también desde un Vega pero, tras su permanencia en órbita, sería capaz de aterrizar automáticamente en una pista.
Han sido “cien minutos para entrar en el futuro”, indicó ayer en Kurú el director general de la ESA, Jean-Jacques Dordain, para quien con esta estructura sin alas se intenta combinar la simplicidad de las cápsulas con la mayor capacidad de maniobra de vehículos como los transbordadores estadounidenses.
El IXV tiene participación de siete países y abre nuevo capítulo en la Agencia, que ha puesto naves en órbita y las ha hecho aterrizar en objetos distantes al Sistema Solar, pero aún no cuenta con la capacidad de desarrollar lanzadores reutilizables o traer de vuelta a tripulaciones o muestras de otros planetas.
Se necesitaron 150 millones de euros y 13 años de arduo trabajo desde que se gestaba el programa en 2002 y en 2009 se inició su construcción.
Su contratista principal es Thales Alenia Space Italia, que tiene el apoyo de otras 40 compañías europeas.
“Hoy es un día muy importante para la ESA”, declaró su director de lanzaderas, Gael Winters, para quien de alguna manera ha habido dos misiones en una: la del IXV y la que pone a prueba al propio Vega, que con éste realizó su cuarto lanzamiento desde Kurú y “todavía es un miembro joven de la familia”.El siguiente paso “ya tiene un nombre y se llama Pride”, añadió Dordain, para quien el éxito de la misión de ayer hace que sea más fácil convencer a los socios europeos de la viabilidad de ese proyecto, que ya dispone de una primera financiación con la que empezar a trabajar.”Mi único lamento es que el éxito siempre parece fácil, cuando es la suma de un trabajo absolutamente extraordinario”, concluyó el máximo dirigente de la Agencia, que abandonará su cargo el 30 de junio próximo, tras 12 años al frente.
Espacio | Atractivo
Europa desea ya no depender de las agencias rusas y estadounidenses.
Resultados
La Agencia Espacial Europea informó ayer que los resultados de este vuelo no se harán públicos sino en unas seis semanas y la aplicación operativa de su tecnología dependerá de los proyectos en marcha, los países implicados y el presupuesto. Sin embargo, Jean-Jacques Dordain está seguro de que han convertido a Europa en “socio muy atractivo” del sector aeroespacial.