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Febrero, mes para visitar enfermos

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No se valora la salud cuando uno es joven y cuando ya no se es se valora muchísimo.

Siempre me he considerado una persona aguantadora cuando la vida me manda una enfermedad, pero esta última ha sido larga y tediosa. Empecé a finales del año pasado con síntomas de un simple catarro y como tal me lo empecé a tratar, al ver que aquello no remitía, no tenía fiebre ni nada, continué tomando medicamentos contra ese malestar hasta que decidí ir al médico y me diagnosticó una sinusitis.

Me atiborré de pastillas y antibióticos que no dieron los resultados esperados, así que me tuvieron que cambiar de tratamiento, para esto ya estábamos terminando enero, mis fuerzas empezaron a flaquear y mi estado de ánimo también. Como no tuve fiebre ni tampoco me quejé, craso error, no recibí apapachos ni mimos y mi vida continuó aparentemente normal. El médico me mandó reposo y evitar los cambios bruscos de temperatura; el primero más o menos lo cumplí, pero el segundo me fue imposible por el tiempo que hemos tenido en los últimos días.

Lo mío ha sido una cosa mínima y eso me ha hecho pensar: “Cuántas personas están verdaderamente enfermas, sufriendo horrores y en muchos casos se encuentran completamente solas”. Febrero, aparte de ser el Mes del Amor y la Amistad, también podría ser el mes de los enfermos; ayer se celebró la fiesta de la Virgen de Lourdes, cuyo santuario es muy famoso y en el cual se han producido milagros extraordinarios.

Este mes podríamos hacernos el propósito de demostrar buena educación visitando a los enfermos. Sugiero que antes de visitar a un enfermo le llamemos por teléfono y le preguntemos si quiere recibir visitas; en caso afirmativo debemos preguntar también cuál es la hora más conveniente para la visita ya que el enfermo puede tener un horario especial de descanso o de tratamiento para su dolencia.

La visita debe ser breve, media hora es una duración correcta; controlemos nuestra conversación para evitar preocupaciones al paciente. Procuremos sonreír y transmitir optimismo, evitemos comparar su situación con enfermedades propias o ajenas, y utilicemos un tono moderado de voz. El paciente y la familia nos lo agradecerán.

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*) Diplomada en protocolo y organización de eventos, y artista plástica.


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