Pilar Varas Gómez (*)
Diciembre trae días muy bonitos, especialmente para los que somos católicos, porque celebramos el día de la Inmaculada, el día de la Virgen de Guadalupe, las posadas y, por supuesto, la Navidad.
Las posadas son de origen español y empezaron a celebrarse en México en la Colonia, en los templos de los agustinos, con el fin de evangelizar a los no creyentes. Escenifican el viaje de José y María de Nazaret a Belén para que naciera Jesús. Este peregrinar se representa durante nueve días, entonando los cantos típicos pidiendo posada en distintas casas, hasta que finalmente se es acogido por los posaderos y después se rompe la piñata.
La piñata que se acostumbra romper en las posadas está elaborada de barro y papel. La tradicional tiene forma de estrella de siete picos; cada uno simboliza un pecado capital. Para romperla se utiliza un palo, se vendan los ojos a la persona que trata de romperla, y la piñata se mueve para hacer más emocionante el momento. Al romperse caen dulces, frutas y sorpresas que representan las recompensas y los dones que, por vencer los pecados, reciben los participantes.
Después de romper la piñata puede haber un convivio o baile y lo adecuado es vestirse de manera informal pero elegante. Ahora están muy de moda los pantalones vaqueros, tanto para damas como para caballeros, esto permite a las damas tener más soltura a la hora de agacharse a recoger los dulces de la piñata.
El comportamiento y los buenos modales no pueden faltar. Hay quien toma muchos caramelos de la piñata… traten de no hacer esto y compórtense bien, recuerden que los anfitriones reciben a uno como su invitado y lo despiden de acuerdo con el comportamiento que haya tenido durante el evento.
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*) Diplomada en protocolo y organización de eventos, y artista plástica. Correo: pvarases@msn.com.