Gaby Vargas
Qué refrescante fue hacer el ejercicio, en especial después de tantos días en que nuestra atención como país ha estado inmersa en la increíble oscuridad del ser humano.
“Describe algún momento en que te hayas sentido agradecida con la humanidad”, fue la tarea que el profesor Ricardo Chávez nos dio para desarrollarla por escrito.
La búsqueda comenzó en el instante en que tomé la pluma y abrí las páginas de mi libreta. Cientos de ejemplos entre los cuales elegir saltaron a mi mente, como jóvenes que buscan alcanzar el ramo de la novia.
Recuerdos
Me di cuenta de que bastaron unos minutos para que mi mente se fuera a un cielo cercano mientras recordaba. Asimismo, mi corazón se expandió con ganas de hacer una reverencia ante tantas personas cuyo talento, generosidad o profesionalismo me han devuelto la fe en la humanidad. Opté por el más reciente de los casos.
El lugar de la filmación del famoso programa Planet Earth era un acantilado de no sé cuántos metros de altura. Ahí, el camarógrafo de la BBC debía acampar durante días y noches, para captar el instante preciso en que el pequeño ganso naciera y así crear un nuevo capítulo para la serie. La narración la escuché en voz del productor, y vimos los resultados en un corte previo de la nueva versión solicitada por la televisora. “Como productores, la presión creció al preguntarnos qué más podíamos ofrecer, toda vez que ya habíamos cubierto casi todas las especies de bosques, mares, montañas y demás en las series anteriores”, comentó el productor Tom Hugh-Jones, zoólogo inglés, ante el público de La Ciudad de las Ideas.
“Decidimos grabar a los animales desde su perspectiva -continúa Tom-, es decir, en la forma en que un impala ve la persecución de un león, o viceversa. El reto implicaba mucho mayor riesgo para todo el staff, mayor dificultad técnica, más tiempo, en fin, pero todo lo superó nuestra pasión por los animales y la naturaleza”. El corto que en seguida nos mostró es una muestra del milagro de la vida, del poder de la confianza, del vínculo que se da entre progenitores y crías.
Pasión por el trabajo
Después de que el camarógrafo esperó durante un mes y soportó los embates del clima, sin ninguna comodidad, el pequeño pájaro nació y, dado que en las alturas no hay alimento, sus padres descendieron de inmediato hacia el río, al fondo del acantilado, una distancia de alrededor de 600 metros.
La cámara nos regala el instante en que el recién nacido busca a sus padres con la mirada al escuchar su llamado, se asoma al precipicio y se da cuenta de la inmensa distancia -misma que como espectadores percibimos. Vemos que apenas puede dar unos pasos, pero, aun sin saber volar, se lanza -nos lanzamos, al precipicio para reunirse con sus padres.
El trabajo del productor Hugh-Jones y su equipo es un verdadero poema. La toma vertical sigue el vuelo sin interrupción hasta el accidentado aterrizaje, en el trayecto vemos que la cría se pega de manera fuerte y estrepitosa con una, dos, tres, cuatro rocas salientes, hasta que toca tierra patiabierta. Durante unos instantes la pensamos muerta -no podía haber sobrevivido-. Pero volvemos a respirar cuando se incorpora atarantada, sacude el cuerpo y se reúne con sus padres.
En ese instante agradecí que hubiera personas como Tom y su equipo, con esa pasión, profesionalismo y amor, que con su trabajo nos regalan la belleza del mundo y de la vida y, sobre todo, nos devuelven la fe en la humanidad. ¿Tú, cuál recuerdas?
Vemos que apenas puede dar unos pasos, pero, aun sin saber volar, se lanza al precipicio para reunirse con sus padres