Mario Alberto del Villar Cervera (*)
“Hola, Clarita, ¡buenos días! ¿Qué haces?”.
“Buen día, Manuel; estoy haciendo un aplicador y tú, ¿cómo amaneciste?”.
“¿Un aplicador, Clarita? ¿Para qué?”.
“Bueno, Manuel, creo que ya no compraré más de los que venden ya hechos. Me di cuenta que tú mismo los puedes hacer. Mira: aquí tengo un ‘invisible’ y ahora le enrollo este pedazo de algodón y… taráan… aquí lo tienes”.
“¿Y cómo para qué lo emplearás, Clarita?”.
“Para muchas cosas, pero particularmente para limpiarme los oídos”.
“¡¿Qué?!”.
“Sí, mira. ¿a poco no se parece a los que venden? Así me ahorro ese dinero”.
“Clarita, ¿te das cuenta del arma que acabas de construir?”.
“¿Arma, cuál arma?”.
“Eso es un ‘arma’ que emplearás contra tus oídos, ¿por qué los quieres lastimar? Mira, los oídos no se limpian. Si se nos tapan hay que ir con el especialista. Escucha bien: especialista certificado. Ellos tienen los aparatos necesarios para resolverte el problema sin exponerte. Lo único que harás al utilizar un aplicador es perjudicar tus oídos y, después, quizá no tengan remedio”.
“Tienes razón, Manuel. ¡Esto a la basura!”.
*) Especialista en Otorrinolaringología de niños y adultos. Consultorio 423 de Star Médica. Teléfono 196-15-14.