Autor: Gaby Vargas
En el verano, ante la posibilidad de tener que ponerte un traje de baño decides o te ves obligado a ponerte a dieta como muchos otros.
Consultas a un nutriólogo o lees un libro que te motiva y promete reducir tu talla y peso; así, te comprometes contigo mismo y comienzas la dieta con entusiasmo.
Sólo que en la ecuación y los planes para disciplinarte, ignoras que existen algunos elementos externos que te dificultarán lograr tu meta: los saboteadores, que, por lo general, suelen ser las personas más cercanas a ti.
Resulta que quienes nos rodean influyen mucho en nuestros hábitos de consumo, comportamiento y ánimo para bien o para mal. Por ejemplo, ¿has notado que cuando estas acompañado comes más? Además, lo que tus amigos o familia ingieren, influye en lo que consumes, lo quieras o no. Asimismo, es muy común ver que los niños y jóvenes “gorditos” tengan papás con sobrepeso.
Los saboteadores son aquellas personas a las que tal vez les asusta, les confronta o amenaza que quieras cambiar el estado de las cosas. Por lo tanto, pueden intentar obstaculizar tus esfuerzos, burlarse o presionarte para que regreses a tus hábitos anteriores.
Los saboteadores
Existen en la vida cuatro tipos de saboteadores:
El manipulador. Los métodos de este saboteador son prácticamente invisibles, por lo que puede minar de manera importante tus esfuerzos. Suele ser tu mamá que, al saber que estás a dieta, amorosa pero insistentemente, te dice: “Hoy hice especialmente para ti tu platillo favorito: pasta a los cuatro quesos y crema”. O bien, la anfitriona de la cena que narra las horas que pasó en la cocina creando un platillo, del tipo cochinita pibil, para halagarlos a ustedes, sus invitados, y que asegura que estará pendiente de cuánto se sirven. O las amigas en las vacaciones: “¡Ay, no inventes, llegando te pones a dieta!”; la compañera de trabajo: “¿Qué pedimos hoy, pizzas o tortas? ¡No seas amargado!”, o, por qué no, tu pareja: “¡Amor, rompe la dieta y vámonos a los tacos!”.
El controlador. Este tipo de saboteador impone su autoridad, suele ser inseguro y envolver a su pareja en sus redes, así como manipular, cuestionar y celarla de alguna manera. Y, si decides ponerte en forma, te cuestiona y sabotea tus intenciones. Si es hombre quizá diga: “Las flacas son desabridas, tú me gustas así, frondosa y llena de vida”, pero cuando se presente la ocasión volteará a ver a las mujeres de cuerpo delgado.
El frustrado. Piensa en aquellos amigos o amigas que no se sienten muy motivados para bajar de peso o ponerse en forma y quizás al encontrarte más delgado, expresan: “¡Qué bien te ves! ¿Cómo le hiciste?” Mas, en el fondo, no les da mucho gusto tu iniciativa porque los confrontas consigo mismos, incluso pueden llegar a sentirse culpables. Entonces, hacen comentarios como: “¿No crees que ya se te pasó la mano? Estás al borde de la anorexia, ¡vas a desaparecer!”.
El vigilante. Hay quien no quiere que cambies porque, conscientemente o no, prefiere que las cosas se queden como están, pues ¡es más cómodo! Si eres hombre y dejas de tomar, cuando vas con tus amigos, no faltan los comentarios como: “Ándale, una no es ninguna ¿Somos hombres o payasos?”.
Ten en mente que si convives con estos saboteadores tratarán de disuadirte y será muy difícil resistir. Mas eso no significa que te aísles, estoy convencida de que podemos lidiar con cualquier situación mientras la identifiquemos.
Detecta y observa cómo reaccionas ante ellos y sé consciente de que la única persona responsable de lo que comes eres tú y que por cada kilo de peso que bajas, ganas un kilo de autoestima. Vale la pena resistir.
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