Es muy común escuchar conversaciones y discusiones sobre las tallas de la ropa, la aportación calórica de los alimentos y las clases de danza, de gym, etcétera.
Podría parecer competencia si se tratara de simples amigas. Pero cuando hablamos de mamás jóvenes e hijas que no pasan de los 12 años de edad entonces la situación es para abrir los ojos y ponernos a reflexionar.
Y es que la anorexia es una de las enfermedades que pasan desapercibidas para la mayoría de la sociedad, por no ser “tan común en las familias”. La anorexia se podría definir como un trastorno de origen neurótico que se caracteriza por un rechazo sistemático de los alimentos y que se observa generalmente en personas jóvenes; suele ir acompañada de vómitos provocados, adelgazamiento extremo y, en el caso de las mujeres, desaparición de la menstruación.
Cuando se trata de mujeres muy jóvenes, como las niñas, entonces el origen del problema hay que buscarlo en la propia familia. ¿Las mamás no se dan cuenta de la extrema delgadez de sus hijas? ¿No será que las mamás están contribuyendo a esta enfermedad con su obsesión por ver delgadas a sus hijas? Más aún, ¿lo ven como una enfermedad? O ¿sólo como una moda pasajera y una competencia entre las mismas niñas por verse “fashion”?
Una alimentación balanceada en niñas y niños (pues también en el sexo masculino se da, aunque en menor grado) es de vital importancia.
Una familia cristiana, comprometida a formar en los valores humanos y evangélicos, viene a dar cumplimiento a las mismas palabras de Jesucristo, como escuchamos en el Evangelio del domingo pasado: “Denles ustedes de comer” (Lc 9, 13).
Alimentemos a los niños sanamente, pues quitarles la comida o racionárselas por motivos vanidosos se convierte en un motivo de violencia hacia ellos.- Padre Alejandro de Jesús Álvarez Gallegos, coordinador diocesano para la Pastoral de la Salud. Correo: pastoralsalud yucatan@hotmail.com.