La relación entre satisfacción y expectativas da como resultado la felicidad, aseguran científicos de la Universidad del Colegio de Londres, que encontraron que esta fórmula, que se puede expresar con matemáticas, se cumple en cualquier circunstancia.
El economista conductual Andrew Oswald explica que “el estudio sugiere que la sensación inmediata de felicidad depende de la distancia que hay entre lo que puedes conseguir y lo que esperas”.
“Si quieres saber cuán feliz soy, no me preguntes por mi salario. Pregúntame cómo se compara mi salario al de otros profesores o al mío propio en el pasado. Es la diferencia, positiva o negativa, la que realmente importa. Somos criaturas de comparaciones y somos, por lo tanto, prisioneros de expectativas”.