Hace unos meses mi mamá me contó lo que le pasó a una amiga. No recuerdo con exactitud los detalles, aunque la enseñanza que esta señora me transmitió con su ejemplo fue grande y me iluminó en una situación parecida.
Resulta que ella lleva a su esposo al Seguro Social periódicamente para recibir una medicina que le dura veintiocho días; en esa ocasión la siguiente cita se la dieron para cuarenta y dos días después, lo que significaba catorce días sin que él tomara la medicina. Esto la tenía contrariada, pues en el último año la salud de su esposo se había ido en picada. En la siguiente visita al médico se topó con la novedad de que había sido dado de baja, sin haber recibido anticipadamente algún aviso sobre el cambio de leyes al respecto.
La mala noticia la recibió del empleado del mostrador, pero esta señora supo distinguir que él sólo era portador de la misma. Haciendo gala de ecuanimidad y buena educación, le manifestó con sencillez su preocupación, teniendo cuidado de no reclamarle como si él fuera el culpable de su desgracia.
Tomó nota de los ajustes que debía hacer y se retiró.
A los pocos días recibió una visita en su casa de parte del Seguro Social en que se le notificaba que el caso de su esposo se había resuelto favorablemente. La experiencia que tuve relacionada con este testimonio sucedió cuando viajaba por un fin de semana. Al llegar a la banda del aeropuerto mi maleta no estaba. Me dirigí al mostrador para informarme de la causa y escuché cómo una persona reclamaba con actitud descortés al empleado. Por mi mente pasó lo que anteriormente les narré y al acercarme al mostrador saludé y expuse mi caso, agradeciéndole al empleado la ayuda que me pudiera brindar.
El empleado se desahogó diciéndome que era la primera persona del día que lo trataba sin creerlo el culpable directo del extravío. Me explicó que su turno estaba por terminar, pero que personalmente le encargaría a su compañero de relevo mi maleta y me la haría llegar a la brevedad al hotel donde me hospedaba y así fue.
Aprendí que la buena educación es insustituible; el respeto y la actitud cordial abren puertas y ofrecen mejores soluciones que la agresión o la falta de control ante las contrariedades o los errores que nos afectan directamente.- María.- Si tienes un testimonio para compartir comunícate con Ana María al teléfono 944-96-73 o escribe al correo testimonios _de_vida@hotmail.com.