Recientemente en su viaje a Tierra Santa el papa Francisco hizo frecuentes alusiones a la tutela de los niños, como familia, en los gobiernos y como sociedad.
En palabras del papa Francisco: “También hoy los niños son un signo. Signo de esperanza, signo de vida, pero también signo -diagnóstico- para entender el estado de salud de una familia, de una sociedad, de todo el mundo. Cuando los niños son recibidos, amados, custodiados, tutelados, la familia está sana, la sociedad mejora, el mundo es más humano”.
Y continúa: “También hoy lloran los niños, lloran mucho, y su llanto nos cuestiona. De este diagnóstico franco y honesto puede brotar un estilo de vida nuevo, en el que las relaciones no sean ya de conflicto, abuso, consumismo, sino relaciones de fraternidad, de perdón y reconciliación, de participación y de amor”.
Qué palabras tan profundas y tan llenas de significado las que el papa Francisco pone de manifiesto en un ambiente tan propicio y alentador para la paz. Es precisamente ahí, en la tierra de Jesús donde se expresa la esperanza en un mundo que viva la paz, precisamente porque será heredado a los niños que ya son el presente de nuestras vidas.
El papa Francisco no titubea al decir estas verdades, pues sabe que su palabra será escuchada hasta por los líderes más lejanos y menos comprometidos con la búsqueda de la paz. Que nuestra oración sea para que niños y niñas, especialmente desde la concepción, sean tutelados por leyes justas que busquen la dignidad del ser humano en su integralidad. Que las masacres e infanticidios cesen para vivir en una sociedad que se comprometa por el bien común, que es la paz de todos los pueblos.