EAST LANSING, Michigan (AP).- Un empresario le contó a un público en Detroit de qué modo había fracasado como padre, marido y comerciante. Entre el público, Jordan O’Neil no se perdía una palabra. Por lo menos hasta que el disertante llegó al inevitable “pero” para iniciar la parte reconfortante de su discurso, revelando cómo superó los fracasos.
“Básicamente contó una historia que atrapó la atención de los 800 oyentes porque era muy diferente”, afirma O’Neil. “¿Qué hubiese pasado de haber dejado el micrófono en ese mismo momento sin la segunda parte?”.
Así nació la idea de “Failure: Lab” con el término en inglés que significa “fracaso” unido a la abreviatura de “laboratorio”. Reunió a tres amigos y desarrolló un plan para presentar a seis oradores que contaran sus fracasos en 10 minutos cada uno, sin lecciones ni moralejas ni rehabilitaciones. Se deja que el público reflexione sobre el significado y se le alienta a manifestar su opinión en los medios sociales como también en fichasque se les dan al entrar y se retiran al terminar.
En el último año, “Failure: Lab” ha llegado a teatros en Grand Rapids, East Lansing y Detroit. Ahora su equipo cree que la autoayuda catártica del siglo XXI puede triunfar más allá de sus confines seguros: planea funciones en Nueva Orleans, Brooklyn, Nueva York, ciudad de México y posiblemente Bagdad.
“Failure: Lab” pretende ganar un lugar en un circuito atestado de conferencias sobre tecnología, entretenimiento y diseño, conocidas en inglés con las siglas TED. Siguiendo el ejemplo de éstos, “Failure: Lab” ahora otorga franquicias para el nombre y el concepto por todo el mundo.
“Al principio tratamos de retenerlo con uñas y dientes, pero después nos dimos cuenta de que debíamos dejar que volara”, dice O’Neil, quien diseña planes de relaciones comunitarias universitarias. “No podemos seguir haciéndolo por cuenta propia”. Muchos oradores con mensaje edificante suelen decir que no hay éxito sin fracasos previos, pero el plan de O’Neil parece contradecir la costumbre de rematar las historias con moralejas. Jonathan Williams, cofundador de “Failure: Lab”, explica que el objetivo no es “glorificar el fracaso”, sino “terminar con el estigma que lo rodea”.
Una función reciente en la Universidad Estatal de Michigan demostró que el fracaso puede ser engañoso, ya que algunos oradores incurrieron en lecciones o matizaron sus narraciones con versiones de éxitos.Entre los oradores estuvo Miz Korona, la rapera que se presentó en la película “8 Mile” de 2002 y que reveló que “estar en una película no te hace una estrella del cine”.Otros fueron el autor y periodista Mike Sager, quien habló del egoísmo que lo sumió en un comportamiento autodestructivo después de ser padre, y Mark Hollis, director atlético de Michigan State, quien lamentó haber fallado a su familia por trabajar tanto tiempo hasta tan tarde.
Laboratorio | Datos
El proyecto comparte historias de fracasos en teatros de Estados Unidos.
Llena un vacío
El profesor Christian Terwiesch dice que “Failure: Lab” llena un vacío educacional y capitaliza una tendencia: desmitificar el proceso innovador y “hacer que el fracaso sea mucho más aceptable”.