
En tres ocasiones tuve el gusto de toparme con una de las mujeres más elegantes de España, la señora Isabel Preysler. Es la etiqueta personificada, qué modales, qué forma de comportarse, qué imagen, qué saber estar.
Recuerdo la última vez que la vi: fue en un aeropuerto, estaba esperando sus maletas y sonreía y saludaba cortésmente a todo el mundo y, aunque era una persona muy popular, no se molestaba porque le sacaran fotos o se le acercara la gente. ¿Y por qué se comportó así? Porque lo aprendió. Aprendió que la convivencia diaria, ya sea con la familia, amigos o desconocidos, implica tener educación y esto se consigue siguiendo las normas o reglas de etiqueta y un constante aprendizaje.
Por ejemplo, en una ciudad si no existieran las normas y reglas de comportamiento vial sería imposible circular por una calle. Lo mismo ocurre con las personas si no seguimos ciertas normas de conducta y buenos modales, acabaríamos enfrentadas unas con otras y todo se volvería un caos.
Los buenos modales nunca pasan de moda y si los aplicamos en la calle, en el supermercado, en el teatro, en el cine, en el restaurante, en el hotel son muy útiles para sentirse bien con uno mismo y con los demás.
Formas de convivencia diarias: el saludo en sus distintas formas, quién presenta a quién, el uso del tú y el usted, la convivencia en torno a una mesa, cómo recibir en la casa, comportamiento en un restaurante, forma de ordenar a los comensales, la manera de hacer y recibir regalos, la imagen personal y, por supuesto, toda clase de ceremonias tanto protocolarias como sociales.
Por lo que se deduce que poner en práctica ciertas indicaciones y pautas de comportamiento nos ayudará a superar, con distinción y estilo, cualquier contratiempo en la vida diaria.
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*) Experta en protocolo y etiqueta y artista plástica. Correo: pvarases@yahoo.