Ser Padres
Maestra en Psicología Rebeca Vences
¡Hola Rebeca! Tengo una hija de ocho años; desde que estaba en preescolar le costaba trabajo relacionarse con sus compañeros, le hacían burlas por todo, y ahora que está en la primaria continúa esta situación, ¿cómo le puedo ayudar? Eduardo
Hola Eduardo, la capacidad de socialización de los niños depende de las etapas iniciales del desarrollo infantil, tiene que ver con la forma en que aprendió, a través de su entorno más cercano y desde muy pequeña, a conocer el mundo y relacionarse con él.
Una de las funciones principales de la mamá de un bebé es introducirlo al mundo: a través de ella aprende que cuando tiene hambre, frío o necesidad de afecto, hay alguien (su mami) que se acerca y le da de comer, lo abriga o lo apapacha, más adelante, es a ella a quien le pregunta cosas cotidianas como: ¿por qué el cielo es azul?, ¿por qué estaba triste la niña? O ¿verdad que cuando crezca voy a ser como tú?
La forma en que se abordan las respuestas a esas y otras preguntas permiten a los hijos conocer el mundo y saber identificar cuándo una actitud o emoción pueden generar una reacción en específico: si lloro, mi mami me da de comer; si le hablo a mi papá cuando está con otras personas, me contesta muy serio; si mi mami está enojada, habla gritando con mi papi y él también se enoja.
La forma en que la madre le presenta el mundo a su hijo, es determinante para saber cómo actuará conforme se vayan presentando diferentes situaciones.
Si la madre es ansiosa, transmitirá esa sensación a sus hijos, quienes se verán paralizados ante su intento por acercarse a otros niños, conocerlos y jugar con ellos y el miedo que le causa su posible rechazo para aceptarlo en sus juegos.
Si la madre es miedosa, hará hasta lo imposible porque su hijo no se exponga a nada: si quiere correr, no lo puede hacer porque se puede caer y lastimarse; si quiere ir a los caballitos, corre el riesgo de marearse; si quiere hacer amigos, corre el riesgo de ser rechazado. De esta manera, el niño no sabe cómo explorar el mundo. La madre busca observarlo en todo momento “porque es la niña de mis ojos” pero en realidad le está coartando la libertad de saber qué se siente cuando el aire le pega en el rostro al correr, cómo se siente un mareo provocado por dar muchas vueltas; cómo acercarse a otro niño para invitarle un trozo de chocolate o incorporarse al grupo de niños que está jugando pesca pesca.Este intento de protección hace que el niño no se sepa relacionar con los demás, ya que se acerca de una forma tan insegura que lo pone en situación vulnerable. Por su parte, los papás no siempre identifican esta situación debido a que estos niños en casa se sienten más cómodos y se desenvuelven mejor, debido a que ya conocen la forma de interrelacionarse de su familia y se han adaptado a ella; sin embargo, la socialización con otros niños en edad escolar hace que conozcan formas diferentes de ver el mundo y hacerle frente. Es importante que ambos padres pero principalmente la mamá, inviten a su hija a acercarse a otros niños, dándole en todo momento la seguridad que necesita para lograrlo, deben estimularla a enfrentar situaciones diferentes a las que vive en casa para que cada vez, sea una niña más segura y haga pueda resolver los nuevos retos que se presentan en el día a día.
Si tienes alguna duda sobre el ser papá o mamá, envíala con un seudónimo al correo serpadresmerida@gmail.com o pide una cita al teléfono 317-59-17.