*Por Gabriela Soberanis Madrid
“Todos tenemos una conexión profunda y completa con todos lo demás y con todas las cosas”. (Ley Universal)
El tipo Cuatro es el tipo sensible, reservado, temperamental e individualista. El dilema de su personalidad se gesta en el miedo a no tener identidad o importancia personal, lo que los hace crearse una identidad a toda costa y afirmar su individualidad protegiendo la imagen que tienen de sí mismos. Los Cuatro son personas que desean expresarse mediante su creatividad y buscan mantener ciertos estados de ánimo y ciertos sentimientos con el fin de reafirmarse y sentirse importantes. Sus acciones giran alrededor de la creencia de que las personas sufren pérdidas dolorosas en sus primeras conexiones, lo que representa un abandono y una sensación constante de que algo importante falta en sus vidas . Así, los Cuatro buscan incesantemente un amor sublime o una circunstancia ideal que los vuelva a conectar con el amor y los haga sentir completos. Constantemente experimentan sentimientos de nostalgia y son muy conscientes de aquello que hace falta en sus vidas.
Las personas tipo Cuatro son muy sensibles, creativos y hasta cierto punto, enigmáticas. Pueden ser difíciles y contradicotiras. Se sienten incomprendidas, solas, y diferentes a los demás. En cierta medida, esto les gusta y hacen todo lo posible por hacer las cosas de una forma única y diferente, poniendo su sello personal en todo. Tienden a no seguir las reglas o expectativas impuestas, como un forma de equlibirar su sufrimiento. Constantemente se comparan con otros, quedándose con una sensación de desventaja, creyendo que los demás tienen vidas más plenas y felices. Los tipo Cuatro están inmersos en una constante búsqueda de “algo”, aunque es “algo” habitualmente no tiene nombre. Solo se perciben incompletos y con una necesidad de hallar eso que falta en sus vidas. Por lo general, nunca están en el momento presente. Su mente tiende a irse hacia el pasado o el futuro, recreando situaciones “ideales”, anhelando lo que no tienen, lo que está lejos o aquello de lo que carecen.
Los tipo Cuatro promedio se impacientan con lo ordinario, con la rutina y la mediocridad. Son personas profundas, habitualmente espirituales que desean crear vínculos sustanciales con otros. Son intensos y apasionados, les gustan los extremos y los estímulos fuertes. Les llama fuertemente la atención lo que es agradable estéticamente o aquellas cosas que tienen un significado auténtico, oculto o conmovedor. Intensifican sus sentimientos en la medida que les es posible y expresan sus emociones a través de la orginalidad y, en ocasiones, el dramatismo. Hacen todo lo posible por evitar ser rechazados o abandonados y evitan a toda costa ser “del montón”. Pese a ello, con mucha frecuencia sienten no estar a la altura de otros o de las circunstacnias, y creen que hay algo defectuoso en ellos.
Los Cuatro sufren a causa de sus expectativas. Casi siempre sienten que ni las personas ni las experencias que viven, están a la altura de sus ideales. Desean más de lo que tienen y con mucha frecuencia se quedan con la sensación de que sus relaciones y sus circunstancias son insuficientes, de modo que, con facilidad, quedan atrapados en la envidia. Sin entendemos bien esto último, en realidad la envidia la experimentan como la sensación de querer algo que otros tienen, debido a que identifican una carencia de ello, en sus vidas. Los Cuatro lidian constantemente con sus emociones incontrolables, sobretodo cuando atraviesan crisis. Les causa mucho enojo la desllusión, la desatención y la incomprensión. Cuando esto ocurre, pueden incurrir en estallidos vehementos o llanto desconsolado, además de depresión. Los Cuatro obstaculizan su desarrollo personal cuando se aferran a la creencia de que no dan la talla o restan importancia a las cosas que hacen, porque las consideran mundanas o mediocres. Resistirse a cambiar por temor a perder su identidad podría dejarlo atrapado en el ensimisamiento, la envidia y el resentimiento.
El trabajo interior de los Cuatro consiste en aprender a no dejarse dominar por sus emociones, y por ello, caer en la inacción o las reacciones emocionales negativas. Cuando los Cuatro son conscientes de que intensifican sus estados anímicos, pueden hacer una pausa en medio de ese vaivén emocional y mantener una conducta estable, reconociendo que los sentimientos son importantes y valiosos, pero que siempre es posible retardar las reacciones hasta que las emociones se estabilicen de nuevo. Los Cuatro empiezan a progresar en serio cuando comprenden que el momento presente es perfecto tal y como es y que ellos están completos tal y como son. Este eneatipo necesita reconocerse único, pero no necesariamente diferente a los demás. Cuando se conectan con otros a través de los aspectos que todos los seres humanos compartimos, son capaces de centrarse en lo que tienen y apreciarlo de verdad. En gran medida, el progreso de los Cuatro reside en su capacidad para valorar las experiencias cotidianas, lograr estar menos absortos en sí mismos y participando en actividades físicas y altruistas.
En su mejor estado, los Cuatro son muy creativos y emplean esa creatividad para expresarse de forma personal. Son capaces de transformar cada experiencia en algo valioso. Se sienten libres de ser ellos mismos y logran una conexión emocional profunda con los demás. Así, se vuelven cálidos, empáticos e intuitivos. Son capaces de ayudar a otros en momentos de dolor y desesperación y logran extraer lo mejor y más auténtico de los demás. Son personas apasioanadas, que tienen grandes sueños y que se dan a la tarea de hacerlos realdiad. Aportan creatividad y originalidad a las situaciones y su riqueza emocional les permite vivir intensamente cada experiencia.
Pensamiento finales
Si te has identificado con la descripción anterior, cuando menos en un 70%, podría ser que tu eneatipo sea Cuatro Lo más importante de idetificarnos con alguna de las nueve personalidades comienza cuando podemos observar con claridad las pautas de nuestro comportamiento y las reacciones automáticas de nuestro tipo. Ahora, en vez de que estas actitudes sean inconscientes, se elevan a un plano más consciente y empezamos a verlas como las capas de defensa que construimos para sobrellevar nuestras relaciones con otros y sobrevivir en nuestro entorno, pero que ya no necesitamos. De modo que crecemos cuando podemos renunciar a estas creencias limitadoras y acceder a nuestra verdadera escencia.
Los Cuatro florecen cuando abandonan la creencia de que tienen más defectos que los demás, cuando se liberan de su ensimismamiento y valoran su trascendencia personal. Cuando los Cuatro dejan de hacer comparaciones negativas, dejan de experimentar la envidia que, con mucha frecuencia, los consume, y empiezan a apreciar todas las bondades y cualidades positivas de ellos mismos y de la vida. Cuando un Cuatro aprende que las sensaciones no son hechos, es más capaz de conectar consigo mismo porque no está dominado por sus estados interiores y logra tomarse la vida menos en serio, expandiendo su sentido del humor y su capacidad para expresarse con elocuencia y asertividad.
*Dirección General Enfoque Integral
Consultoría, Capacitación y Coaching para el éxito
gsoberanis@enfoqueintegral.com.mx