Cuando nos invitan a pasar unos días en casa de unos amigos o familiares tenemos que tener en cuenta una serie de consideraciones.
Por la mañana y antes de ir a desayunar tenemos que dejar nuestra habitación arreglada y si tenemos ropa sucia preguntar dónde la podemos dejar para luego lavarla en la casa, si tenemos la suficiente confianza para hacerlo, o para que nos digan dónde hay una lavandería cercana para llevarla.
También hay que preguntar a qué hora nos podemos bañar, si es que el número de baños es escaso, a fin de no interferir en la rutina de los miembros de la familia.
Nuestra colaboración en las tareas de la casa tiene que ser prudente, ni muy conchuda ni demasiado entrometida. Lo adecuado es ofrecer nuestra ayuda en momentos como la hora de poner la mesa o llevar los platos a la cocina, pero si nos dicen que agradecen nuestra ayuda pero que no hace falta entonces no insistamos demasiado, porque puede que nuestros anfitriones se sientan mas cómodos realizando el trabajo ellos solos.
Tenemos que tener en cuenta la duración de la permanencia de nuestra visita, los invitados permanentes cansan y para que los amigos o familiares que nos han ofrecido su casa no tengan mal recuerdo de nuestro paso por ella seremos prudentes y nos iremos a tiempo.
A una invitación de este tipo hay que corresponder de alguna forma. Por educación se da un obsequio, normalmente destinado a la anfitriona: un libro, unas flores, chocolates… Se entregarán cuando estemos ya instalados o los enviaremos, como en el caso de las flores. Las flores deben llegar antes de los tres días de nuestra partida y acompañadas de una tarjeta en la que expresemos nuestro agradecimiento por haber pasado unos días en compañía de personas tan maravillosas.
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(*) Diplomada en protocolo y organización de eventos y artista plástica.