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El tiempo no olvida su colaboración nazi

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BERLÍN (EFE).— La justicia alemana abrirá hoy el proceso contra Oskar Gröning, de 93 años y apodado el “contable” del campo de exterminio de Auschwitz, acusado de complicidad en el asesinato de 300,000 presos, en lo que se considera un exponente de juicio tardío por los crímenes del nazismo.

A punto de cumplirse el 70 aniversario de la capitulación del III Reich —el 8 de mayo de 1945—, la Audiencia de Lüneburg procesará al nonagenario, cuya tarea en esa época consistió en incautar y etiquetar las pertenencias de quienes llegaban a Auschwitz.

Se trata, tal vez, de uno de los últimos grandes procesos por crímenes nazis, por la avanzada edad tanto del acusado como de los supervivientes capacitados para dar testimonio en su contra, en este caso procedentes de Estados Unidos, Canadá, Israel, Hungría y Reino Unido.

Su precedente inmediato es el juicio en Múnich del ucraniano John Demjanjuk, condenado en 2011 a cinco años de cárcel por su complicidad en la muerte de 29,000 judíos en el campo de Sobibor, donde sirvió como guardia voluntario.

Fue un proceso tortuoso, al que Demjanjuk asistió en silla de ruedas y camilla y acabó sin que pronunciase una sola palabra, para morir unos meses después de escuchar sentencia en el asilo de ancianos donde había sido trasladado por razones de salud.

A diferencia de ese precedente, Gröning está dispuesto a declarar sobre su papel en Auschwitz, el más mortífero campo, donde fallecieron 1.5 millones de personas.

También a diferencia de Demjanjuk, quien tras la guerra se había exiliado a Estados Unidos y agotó todos los recursos legales contra su extradición, Gröning ha llevado durante décadas una existencia tranquila en Lüneburg e incluso dio en el pasado alguna entrevista.

La fiscalía de Lüneburg logró hacer prosperar la acusación en su contra porque la condena a Demjanjuk sentó precedente acerca de la posibilidad de llevar adelante condenas por complicidad —y no directa participación— en los asesinatos del nazismo.

A los cargos de la fiscalía se le suman las acusaciones particulares de 60 supervivientes y familiares de las víctimas.

A Gröning se le acusa de “participación” en la maquinaria de la muerte de Auschwitz, ya que según la fiscalía era consciente que esos deportados, cuyas pertenencias anotaba con precisión contable, iban directamente a las cámaras de gas.

 

 


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