Estamos en tiempo de Pascua. Tiempo en el que celebramos como cristianos la resurrección de Jesucristo.
San Pablo nos dice que si no creyéramos en la Resurrección de nada serviría nuestra fe. En efecto, la Resurrección es el evento central de nuestra fe, pues nosotros creemos que Jesús, después de su vida terrena, murió y al tercer día resucitó de entre los muertos. Ésta es la esencia de nuestra fe. De ninguna manera creemos en la reencarnación, pues contradice objetivamente nuestra fe en Jesús, verdadero Dios y verdadero Hombre.
Los cincuenta días pascuales son el gozo y la alegría del cristiano. No hay manera más saludable que celebrar este acontecimiento con un cambio radical de vida. La Cuaresma ha sido este tiempo especial de conversión para llegar a celebrar la Pascua con un corazón renovado y reconciliado en Dios.
¿Qué estamos esperando para hacer cambios y modificaciones a nuestra vida? Sólo en Cristo Jesús encontramos el verdadero sentido a todo lo que hacemos, no hay que buscar más. Es en el Evangelio donde encontramos la mejor motivación para ser mejores como personas, pero sobre todo como cristianos. Estamos llamados a ser sal de la tierra y luz del mundo ahí donde estamos, en medio de la familia, con los compañeros de trabajo, en el colegio, con los vecinos y con los amigos.
Cincuenta días para esperar “la renovación del don del Espíritu Santo”, en Pentecostés, que ya desde ahora podemos hacer realidad.
Cristo vive en medio de nosotros, camina en medio de nosotros y lo encontramos vivo en cada uno de los enfermos, de los encarcelados, de los indigentes, de los campesinos, de los migrantes, de los que sufren. Ahí Cristo está vivo y nos espera para caminar junto a Él.— Padre Alejandro Álvarez Gallegos, coordinador diocesano para la Pastoral de la Salud
Correo: pastoralsaludyucatan@hotmail.com.