¡Hola, Rebeca! Hace algunos meses mi hija de cuatro años empezó a hacer unos berrinches muy fuertes, sobre todo cuando salimos o hay otras personas alrededor. Me siento muy mal porque no sé cómo reaccionar y me apena que mis amigos la vean así, como una niña mal educada. Zelda.
¡Hola, Zelda! La escena que describes es una de las más embarazosas que se presentan con los hijos, ya que los niños echan mano de todo: lloran, gritan, patalean y a cada intento tuyo por inhibir esa actitud la incrementan, haciendo que parezca que le estás haciendo algo muy grave y, por consiguiente, todas las personas alrededor voltean a ver al niño y a su mamá de forma reprobatoria. Normalmente el berrinche termina cuando el hijo se sale con la suya.
Sin embargo, ése no es el inicio de esas actitudes. Si haces memoria, tu hija empezó con los berrinches mucho antes, nada más que eran menos evidentes porque eran en casa, no eran tan intensos y seguramente la mayoría de las veces cediste ante sus caprichos, razón por la cual cada vez se han incrementado tanto las demandas que hace como la intensidad del arrebato. Como sabe que cuando te sientes apenada cedes más fácilmente, utiliza esta forma para obtener lo que desea.
Los berrinches son una forma de evitar los límites, se presentan cuando tú le dices que no puede hacer algo, que no le comprarás lo que te pide, que no podrá jugar en ese preciso momento y tantas variantes como se te puedan ocurrir. Ante cada negativa tu hija te toma la medida y ya sabe lo que tiene que hacer para salirse con la suya.
La razón por la cual he insistido en que el establecimiento de un límite es algo complicado es porque quien lo impone debe ser la primera persona en sostenerlo, es por ello que cuando pongas un límite debes estar segura de lo que estás marcando y debes ser lo suficientemente firme para mantener tu decisión, tiene que haber una razón suficientemente válida para que se sostenga por sí mismo, por ejemplo no puede jugar con agua porque está enferma, no le comprarás la muñeca porque debe ganársela (le especificas qué debe hacer para obtenerla y cuando lo haga le cumples tu promesa), no puede jugar en el parque porque ya es de noche y está haciendo frío…
Si te das cuenta, la razón por la cual se impone un límite es tan válida que prácticamente no hay posibilidad de que estén en desacuerdo; sin embargo, pueden encapricharse y empezar a hacer el berrinche para zafarse del límite, que se puede iniciar con un intento de negociación hasta llegar a las pataletas.
Si le explicas a tu hija la razón del límite y te mantienes firme en él ella sabrá que, haga lo que sea, no cambiarás de parecer, lo que inhibirá esas actitudes. Recuerda que es una situación que requiere constancia, por lo que debes mantenerte firme tanto con los límites pequeños y en casa hasta con los más escandalosos que realice en la calle.
Si tienes alguna duda sobre el ser papá o mamá escríbeme a contacto@rebecavences.com. Si requieres apoyo para tratar algún problema personal o familiar pide una cita al teléfono 317-59-17.