Quantcast
Channel: El Diario de YucatánCalidad de vida – El Diario de Yucatán
Viewing all articles
Browse latest Browse all 9499

La magia numismática de don Horacio Villamil

$
0
0

La numismática es un afición, pero también un arte y un oficio. Sin ella no conoceríamos el mundo, la historia de los países más remotos, de los imperios gloriosos o decadentes, de los momentos de crisis y gloria de las naciones. Desde los fenicios hasta ahora, las monedas, medallas y billetes son símbolos y valor de cambio, son arte y también piezas de colección. Tienen metales y magia.

Crecí en la calle 39 del barrio de Santa Ana, en Mérida, rodeado de esa magia silenciosa de la numismática y la filatelia. Mi padre, don Horacio Villamil, hijo de un gran periodista que dedicó su vida a la sala de redacción de Diario de Yucatán, me enseñó con su ejemplo que todo oficio requiere dedicación, amor, disciplina y una pasión sincera, sin aspavientos.

El periodismo, como la numismática, tienen algo singular y mágico: “coleccionamos” historias, datos y secretos, con la paciencia de un orfebre que debe armar su pieza.

Don Horacio tenía, además, esa gracia de quienes son buenos en su oficio: curiosidad infantil, sed de conocimiento y generosidad para compartirlo. Mi madre, doña Ernestina, se dedicó con él mucha horas a clasificar, preparar y conocer cada moneda. Ambos hicieron de la numismática un ritual de pareja que se ha prolongado por casi seis décadas.

Imposible olvidar que cada domingo, en la plaza de Santa Lucía, esperaban en las mañanas a don Horacio muchos niños, jóvenes, adultos y señoras esperanzados con su llegada y los “juguetes” de ese día: las monedas y medallas más extrañas, fichas de las haciendas yucatecas, bilimbiques de nuestra historia tremenda de insurrecciones armadas, o las series de estampillas luminosas de las islas más remotas o extrañas que hicieron de la filatelia su mejor seducción. Sencillo, sin romper la ética de un negocio que no debe extorsionar a nadie, don Horacio vendía monedas y regalaba conocimiento.

Ese ritual numismático de Mérida en Domingo lo heredó mi hermano Gabriel, algunos amigos y alumnos que no necesitaron de un aula para saber que lo mejor de un oficio es la dedicación y pasión, no los grados académicos.

Ayer sábado 21 de febrero, en una sencilla ceremonia en lo que fuera el edificio de la primaria “Andrés Quintana Roo”, sus amigos, clientes, hijos, nietos, sobrinos celebraron a don Horacio por su labor y por su magia como numismático y ser humano. Los homenajes en vida siempre son las mejores vitaminas cuando la tercera edad llega con sus desafíos, sus dolores, pero también con sus sencillos placeres.

Por él, por mi padre, y por todos los hombres y mujeres yucatecos que han hecho de su oficio un arte con magia, una forma más entrañable de hacer la vida, sirvan estas líneas de homenaje con orgullo y con mucho amor.

—–

(*) Periodista


Viewing all articles
Browse latest Browse all 9499

Trending Articles