Padre Alejandro Álvarez Gallegos
Poco a poco nos vamos sumergiendo en una especie de sociedad analgésica. Una sociedad acostumbrada a prescindir de las incomodidades, una sociedad adormilada.
Como cuando vamos al médico y nos tienen que poner anestesia para cierto tipo de intervención en la que no sentiremos “ni un piquete”, ningún dolor, así parece que nos estamos acostumbrando a ser como sociedad.
Las noticias de asesinatos, secuestros, vandalismo en templos o en edificios históricos van y vienen y nuestra sociedad parece indiferente. El papa Francisco nos ha dicho que la globalización de la indiferencia nos ha quitado la capacidad de llorar. Y yo añadiría: de reaccionar ante estas manifestaciones del mal que se hacen presentes en una sociedad permisiva.
¿Es que el dolor ajeno ya no nos dice nada? Debemos despertar cuanto antes de este letargo moral en el que nos quieren hacer vivir. La solución me parece que está en la educación de los valores. Hace poco leí lo que dijo un conferenciante, que los valores no están perdidos, sino que hoy tenemos que apostar a la educación de las virtudes y eso me parece muy sensato. Las nuevas generaciones deben ser hombres y mujeres que vivan la virtud en todas sus dimensiones: morales, sociales, humanas y religiosas. ¿Quién no se acuerda de las virtudes cardinales que nos enseñaban en la escuela?
No permitamos enfermarnos de esta indiferencia, antes bien promovamos actitudes saludables que edifiquen y nos honren como sociedad. Sigamos el ejemplo de grandes hombres y mujeres que han “despertado y han luchado para tener un mundo más en paz y mejor”.
La Sagrada Escritura nos alerta: “Sean sobrios, estén despiertos que su enemigo el diablo, como león rugiente, ronda buscando a quién devorar; resistan, firmes en la fe” (1Pe 5, 8-9).- Padre Alejandro Álvarez Gallegos, coordinador diocesano para la Pastoral de la Salud. Correo electrónico: pastoralsalud yucatan@hotmail.com.