El sacerdote encargado de nuestro grupo del Colegio Bíblico y algunos alumnos fuimos a visitar a uno de nuestros compañeros con cáncer en fase terminal.
Nos dirigimos a Progreso a hacer, según yo, un acto de misericordia, pero resultó que las personas edificadas con el ejemplo del enfermo fuimos nosotros.
Al enfermo, un soltero de cincuenta años, alumno del Colegio Bíblico Apostólico de Yucatán, lo he visto en la Catedral en eventos de importancia para apoyar a la diócesis, me ha regalado propaganda de Sitios de Jericó de Pacabtún, y de otros eventos de parroquias como es Nuestra Señora de los Ángeles. Vende Biblia y Vida y además es promotor de Cenáculos.
Cuando entramos a visitarlo me impresionó ver lo que queda de nuestro amigo y compañero: espíritu, voz y sonrisa, y mucho dolor. pero ese lo guarda para sí.
La señora que le presta un cuarto y lo cuida nos cuenta que recibe diariamente la Sagrada Comunión y las visitas de personas de los grupos de su parroquia a veces terminan a la una de la madrugada. Él dedica su tiempo al apostolado de la oración, principalmente a través del rezo del rosario y la Liturgia de las Horas.
Está tan débil físicamente que ya no puede ir a ver a Jesús, ahora es Jesús quien se encarga de visitarlo sin falta. Las señoras se turnan para cuidarlo. Cuando le preguntan cómo se siente contesta que bien, aunque es tan grande el dolor que le aplican morfina para aliviarlo.
Lo que también es admirable fue haberlo encontrado más animado que la mayoría de nosotros a pesar de que junto a él nuestros achaques son pequeñeces.
A su cuarto le llama mansión y dice no merecerlo, y ha pedido que cuando falte su casa de Mérida se destine como sede para evangelizar y catequizar.
Al finalizar nuestra visita comentábamos: que quien lo visita ya no puede ver su cuerpo pues sólo quedan de él cabeza y huesos, sin embargo cómo brilla su alma.- Ana María.- Si tienes un testimonio para compartir comunícate con Ana María al teléfono 944-96-73 o escribe al correo electrónico testimonios _de_vida@hotmail.com.