Por Juan Matú Chalé
Con una disciplina férrea y un espíritu aguerrido, Lupita acude todos los días a la escuela, a sus ensayos de canto coral y sus terapias, pese a sus limitaciones motrices y el uso de una silla de ruedas, sin que sean un freno a su desarrollo personal.
Desde hace tres meses, Lupita y su madre Katia Manzanero Koyoc han ajustado sus horarios, a fin de no llegar tarde a sus actividades, pese a que ambas tienen limitaciones físicas, sin embargo, el esfuerzo ha valido la pena para una niña que hoy es ‘más disciplinada’.
Integrante del coro ‘Picolo Coristi’ de la escuela ‘Miguel Angel Ferrer Basto’ de la colonia Melchor Ocampo, en el municipio conurbado de Kanasín, Lupita ha confiado en su director y ex maestro de preescolar, Carlos Alberto Martínez, para que junto con sus 24 compañeros sean un signo de esperanza de la comunidad.
Hasta hace unos meses, lo único que teníamos que hacer era organizarnos para ir a la escuela, de tiempo completo, ir a sus terapias cuando le tocaran, así que tenía mucho tiempo libre frente a la televisión y cuando se aburría, se dormía y cuando despertaba, otra vez a mirar la tele, cuenta su mamá.
Agrega que hace unos tres meses, la directora del colegio nos dijo a las mamás que querían hablar con nosotros de un proyecto de canto, nos dieron la plática y me dijeron que Lupita podría estar en el coro, y como conocía al profesor porque fue su maestro de música en el kínder, pues acepté.
Aunque existen menos de 10 cuadras entre la escuela de Lupita y su casa, que pertenece a la colonia San Camilo, el servicio de ‘mototaxi’ es fundamental para poder movilizarse y para lo cual deben salir con mucha antelación para no llegar tarde.
‘Nos costó un poco de trabajo adaptarnos, señala su mamá. Como ella estudia en escuela de tiempo completo y sale como a la una -13:00 horas- nos apurábamos pues teníamos que volver a las 4:45 y esto se complicaba cuando había lluvia.
‘Así que las mamás nos pusimos de acuerdo y pedimos que los ensayos se hicieran de 2 a 4 de la tarde, lo que aceptó el maestro, así que les traemos su comida a los niños en la escuela y luego ensayan, así que más tarde pueden realizar otras actividades’, refiere.
Y es que el canto ha permitido a Lupita ser más disciplinada y responsable, ya que ahora ‘se preocupa por aprenderse las canciones, es más estudiosa y más responsable, pues está atenta a que no se nos haga tarde o que actividades le toca realizar’.
‘No ha sido difícil integrarse al coro, pues la mayor parte de sus compañeros actuales también lo fueron en el kínder, así el proceso de aceptación no ha sido difícil de los otros para con ella’, quien presenta problemas de luxación de cadera y desviación de columna vertebral.
‘Es un poco cansado y nos hemos ido acostumbrando, pero vale la pena porque le gusta mucho el canto, además ahora ya pinta y está en artes visuales y estoy feliz, porque ella está muy contenta’, puntualiza Katia.