“Y sin embargo sigues unida a mi existencia y si vivo cien años, cien años pienso en ti…” son versos de la canción que inmortalizó Pedro Infante y que parecen ser poco probables, pues ¿quién tiene la dicha de vivir cien años?
En Teya pueblo hay alguien que podría decirnos con exactitud qué significan esas palabras. Se trata de don Andrés Escalante Trujeque, originario de Opil, una hacienda de Teya. Don Andrés festejó junto con su familia el 22 de noviembre cien años legales de su nacimiento, aunque él mismo dice: “No digan que son ciento tres, díganle al muchacho que tengo cien, ¡qué van a decir!”.
Resulta que don Andrés nació en 1911, pero sus padres, Gregorio Escalante y Benigna Trujeque, lo registraron tres años después, el 22 de noviembre de 1914.
A muy temprana edad fue llevado a vivir a Teya pueblo, donde se dedicó al campo y al deporte. Fue pelotero de los Cardenales de Teya y, según dice, “era muy bueno, prácticamente el mejor”.
Alejandra Sánchez Adrián fue su compañera de vida desde que ambos eran muy jóvenes hasta hace cuatro años, cuando ella falleció, y con la que compartió el mismo dato curioso de ser registrada tres años más tarde de su fecha real de nacimiento.
Don Andrés es un hombre sencillo, dedicado a su familia, amoroso y muy responsable, según lo describen sus nietas y nuera. “Basta con conocerlo unos minutos y escuchar dos o tres palabras para contagiarte de positivismo y jovialidad, el abuelo es lo mejor que tenemos y estamos muy contentas de que siga con nosotros, le damos muchas gracias a Dios por su vida, que nos llena de alegría y bendición”, dicen.
Estudió hasta el primer año de primaria, pero sabe hacer cuentas, escribir y leer; de hecho es un ferviente lector de la Biblia. Se baña, viste y come solo; a simple vista no aparenta tener 103 años.
Entre muchas de las anécdotas que una persona de esta edad podría contarnos están las de la época de oro de las haciendas henequeneras: recuerda la naturalidad de la vida cotidiana, lejos de presiones innecesarias.
Don Andrés ostenta el título de la persona con más edad de su comunidad; es padre de seis hijos y tiene 27 nietos, 39 bisnietos y cinco tataranietos. Hoy vive tranquilo y “también leo Diario de Yucatán”; se sienta a las puertas de su casa, junto a la albarrada, y saluda a todas las personas que pasan por ahí. Dice que espera la celebración de los 15 años de su bisnieta Lexci y sigue aconsejando a sus hijos para que no se salgan del buen camino.
“Estoy lleno de ilusión y esperanza, cuando murió mi hijo, pensé: ‘Yo no puedo mandar sobre las cosas de Dios, sólo me queda esperar cuando Dios se acuerde de mí’”.
Y es así como se despide el “Abuelo Pancho Pantera”, como le dicen sus bisnietos porque a diario toma Choco Milk a las siete de la noche.- Carlos A. Romero Varela