Es el mañana con el que soñamos ayer; el ayer, lo que recordaremos siempre y es el presente que me encuentra agradeciendo a Jesús, María y santo de mi devoción tantas bendiciones que he recibido y sólo puedo corresponder con fe y total entrega a su voluntad.
El ayer, la emoción de mi enlace con Pedro, quien fue el compañero de mi vida durante 50 años, nueve meses y veintitrés días; con todas las alegrías, incertidumbres, sufrimientos comunes a todo matrimonio y que entregamos a la voluntad del Señor, quien nos dio todas esas pruebas para alcanzar la verdadera felicidad, que juntos gozamos todos esos años.
El presente, una hermosa familia de cinco hijos que, al formar su propio hogar, se convirtieron en 10 baluartes en mi vida; 16 nietos que he visto prepararse para organizar sus propias vidas en este mundo tan lleno de tantas complicaciones; pero confío en que, con el ejemplo de sus padres y abuelos, aunado a la fe en Cristo, seguramente lograrán salir adelante. ¡Gozo mucho también de ocho bisnietos maravillosos!
El mañana, para los abuelos el mañana también es el ahora, lo intentamos aprisionar por anticipado, porque sabemos que llegará el momento en que el Señor nos diga “basta” y será realmente cuando llegue nuestro mañana. Agradezco a Dios cada día, sólo Él sabe por qué me ha conservado y protegido con su amor maravilloso. A los jóvenes de este tiempo quisiera aconsejarles que no se dejen arrastrar por costumbres alejadas de los mandamientos de Cristo, pues, si los respetan, el amor de Dios los hará felices y dignos.
Fijen en su mente que Dios no envió a su Hijo a llenarles los bolsillos, sino a llenar sus corazones de amor.
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*) Profesora
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