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Regala vida a través de la donación de órganos

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Concluyendo con una serie de artículos que en las últimas semanas he publicado sobre la ética de los trasplantes y la donación de órganos y tejidos, vemos que un problema particular lo representa el trasplante de órganos que se obtienen de personas en estado de muerte cerebral.

En realidad, cuando acontece la muerte natural el cadáver -es decir, el cuerpo del que ha entrado a la muerte- representa a la persona y merece cierto respeto, pero no es un ser vivo. De modo que si se tratara de obtener un órgano de una persona que ha muerto no habría objeción moral, siempre y cuando las funciones cardíacas y respiratorias hayan cesado irreversiblemente.

En cambio, aunque a una persona se le considere con muerte cerebral ésta no coincide siempre y con exactitud con la muerte real o cierta. Aunque no se pueda determinar el momento preciso, la definición común de muerte como “separación del cuerpo y alma” ha popularizado el expirar o perder el hálito de vida. En el contexto de la honestidad científica, se reconoce que una persona con muerte cerebral, quien nunca objetó que sus órganos fueran trasplantados, resulta el donante ideal.

En un sentido amplio, siempre válido, se considera donante a toda persona que nunca objetó que sus órganos fueran trasplantados, por ejemplo cuando se trata del que se encuentra en estado de muerte cerebral.

Se debe prestar mayor atención a este tipo de intervención cuando con la mutilación del primero (donante) se ocasiona su muerte, la cual, aunque inminente, es consecuencia de tal mutilación.

Es deber de quienes se dedican a la ciencia y técnica en Medicina cuidar el total respeto a la integridad corporal de la persona humana, incluso en el deceso. La donación y obtención de órganos no deberá tener jamás carácter lucrativo o comercial.

Quien se siente llamado por Dios y la humanidad a donar razonable y bondadosamente alguno de sus órganos en vida o cuando muera o los de algún familiar tiene derecho a gozar de la garantía inviolable de que nunca será tratado como un simple material biológico o surtidor de carne humana, sino como persona que, por su actitud heroica y caritativa, será respetada por los hombres y recompensada por Dios.

Debemos unir esfuerzos para promover las campañas en pro de la donación de órganos, que redundarán en beneficio de todos. También tenemos que ser prudentes en el trato a los moribundos y cadáveres, por el sentido que tiene la preparación para la muerte y la veneración popular a los que han muerto, para que se comprenda mejor la posible donación cuando ésta sea factible.Todos estamos comprometidos a crear condiciones cada vez más favorables a la expansión y desarrollo de la vida humana.- Padre Alejandro de Jesús Álvarez Gallegos, coordinador diocesano para la Pastoral de la Salud. Correo: pastoralsaludyucatan@hotmail.com.


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