¿Qué dice la ciencia respecto al papel del café en la prevención de las enfermedades cardiovasculares (ECV)?
Se han elaborado estudios de cohorte que consisten en el seguimiento de una o más cohortes (grupos) de individuos sanos que presentan diferentes grados de exposición a un factor de riesgo, en quienes se determina la aparición o no de la enfermedad (Epi-Centro, 2007). La finalidad de este tipo de estudios es valorar y cuantificar la posible relación entre el factor (por ejemplo consumo de café) y la enfermedad (la ECV) y se considera como evidencia científica fuerte. En Japón se realizó un estudio de grupos durante 13 años, con un seguimiento de 1.066,718 personas de 40 a 69 años, que examinó si existía alguna asociación entre el consumo de café y la incidencia de ECV y el accidente vascular cerebral (AVC). Los resultados señalan que el consumo de café puede reducir el riesgo de infarto cerebral al mejorar los niveles de glucosa en sangre, ya que la presencia de valores elevados de este azúcar es un factor de riesgo para el infarto cerebral. También se encontró que el consumo de café más de tres veces por semana contribuye a reducir el riesgo de accidente vascular cerebral y enfermedad cardiovascular y coronaria. (Kokubo y colaboradores, 2013).
Otros estudios, como el de grupos con 83,076 mujeres durante 24 años en Estados Unidos, también encontró una asociación inversa entre el consumo de café y el riesgo de AVC, pero no hubo asociación para los individuos que bebían café pero fumaban o padecían de obesidad. Es decir, al menos para el tabaquismo el café no puede contrarrestar los efectos negativos que éste produce en el organismo. Un mayor consumo de café descafeinado también fue asociado con un menor riesgo de accidente vascular cerebral, lo que fortalece la hipótesis de que los componentes del café, diferentes de la cafeína, también actúan en la disminución de ese riesgo. Estas sustancias, entre las que se encuentran el ácido clorogénico, el ácido ferúlico y el ácido p-cumárico, tienen efectos beneficiosos en el metabolismo de la glucosa, en la inflamación y en la disfunción endotelial, a la que se considera una de las primeras manifestaciones de la enfermedad cardiovascular y la arteriosclerosis (López-García y colaboradores, 2009). Un estudio de metanálisis que incluyó cinco investigaciones prospectivas de consumo de café y falla cardíaca de poblaciones de Suecia y Finlandia, en el período comprendido entre 2001 y 2011, que incluyó a 140,220 participantes divididos en grupos de individuos sanos e individuos con historial de infarto al miocardio, encontró que el consumo de cuatro tazas de café al día tenía una fuerte asociación inversa con las fallas cardíacas (Mostofsky y colaboradores, 2012).
Consumo elevado
Otros estudios de metanálisis no encontraron evidencia de mayor riesgo de enfermedad coronaria cardíaca con consumos altos de café (más de cuatro tazas al día). No obstante hay otros estudios con resultados controversiales (Rebello y Van Dam, 2013), pero una de las investigaciones prospectivas más largas que involucró a 402,260 adultos norteamericanos encontró que las mujeres que bebían de dos a tres tazas de café al día tuvieron 15% menos riesgo de mortalidad por causas cardíacas que las que no tomaban café. En el caso de los hombres, la disminución del riesgo fue de 14% (Freedman y colaboradores, 2012).
Cada vez hay una mayor evidencia científica que apoya los efectos beneficiosos del café para la salud, lo que ha generado un nuevo concepto de la bebida como recomendable. No obstante, los efectos se ven limitados si no se tiene un estilo de vida saludable.