Autor: Pilar Varas Gómez (*)
Cuando entramos a un establecimiento público, a la sala de espera de una clínica o a cualquier estancia cerrada donde se encuentran una o varias personas, una de las mejores maneras de mostrar nuestra buena educación es saludando a quienes allí están. El saludo es una cortesía social de gran valor y el mejor vínculo para mantener relaciones cordiales y agradables entre seres humanos.
Cuando hablamos por teléfono, lo primero que debemos hacer es saludar y después preguntar por la persona con la que deseamos hablar. Incluso en la comunicación escrita debemos comenzar con algún tipo de salutación. El saludo es la manifestación de deseo de algo agradable a las personas: “buenos días”, “buenas tardes”, siempre acompañada de una sonrisa.
¿No han oído a mucha gente quejarse diciendo: “Saludé a Fulanito esta mañana y no me contestó; pues ya no lo vuelvo a saludar”? Y es que negarle el saludo a una persona puede volverse una ofensa, por eso hay que ser muy prudentes a la hora de saludar. Si nos encontramos con una persona conocida y llevamos prisa, el saludo será breve, y si vemos a un amigo de lejos podemos saludarlo levantando ligeramente la mano -pero sin intercambiar palabras a voces- y con una cara risueña.
Es aconsejable saludar a las personas que están a nuestro alrededor, a nuestros papás, esposo o esposa, hijos, vecinos, compañeros de estudios, trabajo o a alguna persona que nos hayan presentado. Porque, como decía mi abuelita: “Más vale saludar de más que de menos”.
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*) Diplomada en protocolo y organización de eventos, y artista plástica. Correo: pvarases@msn.com.