Autor: Gaby Vargas
Incontables leyendas alrededor del mundo nos hablan de las travesías realizadas en busca de la fuente de la juventud. Bien podríamos afirmar que el sol, tomado en dosis limitadas, satisface esa búsqueda. Además de que, gracias a él, las cosechas de frutas y verduras prosperan, los animales y los humanos podemos vivir y alimentarnos, es la mejor fuente de una valiosísima vitamina que nos da energía, ayuda a formar colágeno en la piel, músculo, hueso; dormir mejor, protege las células del cerebro del deterioro y la inflamación, entre otras cosas: la D.
¿Sabías que sin suficiente vitamina D el riesgo de desarrollar enfermedades autoinmunes aumenta ¡300 por ciento!? Además, la vitamina D reduce el crecimiento de células, factor que puede aminorar 50 por ciento el riesgo de padecer la mayoría de los cánceres y enfermedades relacionadas con la edad. Todo lo anterior, de acuerdo con el doctor James E. Down, autor de “The Vitamine D Cure”.
A veces pensamos equivocadamente que obtenemos la suficiente vitamina D por medio de la dieta o al exponernos al sol de forma casual. Quienes habitamos las urbes y ciudades tecnificadas rara vez obtenemos la exposición al sol necesaria para satisfacer los requerimientos de esa sustancia esencial. Y, por ello, vivimos los primeros síntomas de su deficiencia como falta de motivación y energía o aumento de peso inexplicable. La buena noticia es que inicia el verano y, con ello, mayor facilidad de obtener dicho tesoro para la salud. Si bien hemos sabido que para tomar el sol hay que barnizarnos por completo con filtro solar, el doctor Dowd recomienda que antes de hacerlo expongas libremente tu piel al sol sin nada tres veces a la semana y fuera de las horas pico de la siguiente manera:
Si eres de piel blanca y delicada, 15 minutos.
Si eres de piel apiñonada, 20 minutos.
Si eres de piel morena, 30 minutos.
Otras opciones
Si acaso este verano no piensas salir a algún lugar de descanso, puedes realizar lo anterior cerca de una ventana de tu casa u oficina, siempre y cuando los vidrios no estén protegidos con filtros de rayos UVB, como suelen estar las ventanas de los autos. Además, aprovecha para consumir la vitamina D en alimentos como el huevo, pescados de agua fría (salmón, atún, macarela, sardina), hongos shiitake, lácteos y aceite de hígado de bacalao; sin embargo, el consumo por la vía alimentaria no es suficiente. Hay que agregar un suplemento diario, el doctor Down recomienda uno de entre 20 y 40 unidades por cada kilo de peso.
Asimismo, agrega un poco de ejercicio diario, la vitamina D te ayudará a hacerlo mejor, durante más tiempo y de forma más productiva.
¿Cuánta vitamina D necesita el cuerpo? Comprueba tus niveles de vitamina D -que en realidad se considera una hormona- a través de un análisis de sangre. Deben ser mínimo 35 nanomoles por litro, lo ideal es que fluctúen entre 50 y 70 nmol/ litro (ten en cuenta que en los meses de mayor exposición al sol el nivel aumenta y en invierno disminuye).
Los niños, en especial durante los años de preescolar, tienen mayor riesgo de deficiencia de vitamina D que los adultos. Así que deja que corran bajo el sol sin protección. De acuerdo con los estudios, después de haber ingerido vitamina D durante dos semanas las personas muestran un aumento notable de energía física y cerebral, así como una disminución extraordinaria del dolor, ya sea de huesos, coyunturas, músculos o el producido por la fibromialgia. Así que aprovechemos el verano para disfrutar y asolearnos.
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