Cada día es más frecuente escuchar problemas de violencia en los niños.
Ciertamente es alarmante, pero más cuando esa violencia es causada por los propios niños a otros niños, a muy temprana edad.
Socialmente a esta violencia se le ha dado el nombre de “bullying”, un término que fue utilizado por primera vez por el holandés Dan Olweus, que significa cualquier forma de maltrato: psicológico, verbal o físico, producido entre escolares de forma reiterada a lo largo de un tiempo determinado. En toda conducta “bullying” se necesitan tres: el agresor, el que recibe la agresión y el espectador, y esto se da especialmente en las escuelas o centros “de educación”. Todos como sociedad debemos estar muy atentos ante este problema: gobierno, padres de familia, Iglesia, instituciones no gubernamentales, etcétera.
Al parecer ya se están tomando cartas en el asunto, pero debemos tener muy en cuenta que este problema social no se resuelve firmando un decreto. Es preciso volver a la educación en los valores familiares. Si un niño de seis o siete años le pega a otro niño, ¿no creen que su conducta nos revele algo?, ¿será un niño amado en casa?, ¿le hablarán sus papas del amor de Dios?
Un niño violento, que daña a otros con golpes, insultos y humillaciones, es un niño neurótico y la neurosis es una enfermedad.
Eduquemos para la salud, no para la enfermedad. Pongamos todos nuestro granito de arena para tener una sociedad más civilizada, pacífica, en donde la armonía y la paz sean los prototipos de una sana convivencia. Sólo así reflejaremos la bondad y ternura de Dios, de la que tanto nos habla el Papa Francisco.
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*) Coordinador diocesano para la Pastoral de la Salud. Correo: pastoralsalud yucatan@hotmail.com.