“Es un momento muy difícil intentar preparar la cena y manejar a los niños. Todo está en contra de una interacción armoniosa”, asegura George Holden, profesor de Psicología en la Universidad Metodista del Sur, en Dallas, y autor de un estudio que revela la frecuencia de golpes en niños en edad preescolar.
“Aunque no se ha mostrado una relación causal entre los golpes y los problemas conductuales, el estudio sugiere que golpear a los niños no es una buena forma de enseñarles ni de fomentar unas relaciones entre padres e hijos”, señala el experto.
“No funciona. Encima puede resultar en problemas conductuales, como la agresividad, o en ansiedad y depresión”, advierte.
En Estados Unidos, del 70 al 90 por ciento de los padres golpean o dan bofetadas a sus hijos, precisa Holden.
Otra experta señala que la evidencia no respalda los golpes. “Según 20 años de investigación sobre el castigo físico, se recomienda que no se use en niños de ninguna edad”, advierte Tracie Afifi, profesora asociada del Departamento de Ciencias de la Salud Comunitaria de la Universidad de Manitoba, en Winnipeg, Canadá.
En un estudio publicado en la revista “Pediatrics” en 2012, Tracie halló que abofetear a los niños aumentaría las probabilidades de que presenten problemas de salud mental en la edad adulta.
¿Qué pueden hacer los padres para disciplinar a sus hijos de forma efectiva? Tracie recomienda que se tomen un “descanso” cuando sientan que la ira va en aumento e intenten notar si su respuesta a la conducta de su hijo empeora la situación. También sugiere que los padres tomen en cuenta la edad y la etapa del desarrollo del niño cuando decidan sobre su disciplina y la crianza.
Holden está de acuerdo. “No hay una solución mágica, excepto el tiempo, y permitir que la corteza prefrontal (el área del cerebro para el juicio y la toma de decisiones) se desarrolle. Los niños no pueden tener la misma capacidad de autorregulación que los adultos. No pueden controlarse a sí mismos. No pueden mantener la calma cuando están fatigados”.